El corazón de la ciudad vieja de Jerusalén para los cristianos es la basílica del Santo Sepulcro, conocida por los habitantes locales como “iglesia de la resurrección”: en su interior se encuentran el Calvario, lugar de la crucifixión y muerte de Jesús, y la Tumba de Cristo, desde la que el Hijo de Dios resucitó al tercer día. Los dos Santos Lugares están relacionados y son inseparables, como lo es el misterio pascual de la muerte y resurrección de Jesucristo que tuvo lugar allí y se realiza continuamente. Desde hace ochocientos años, los frailes franciscanos de la Orden de Frailes Menores son los custodios del Santo Sepulcro en nombre de la Iglesia católica, y comparten la propiedad de la basílica con la Iglesia greco-ortodoxa y la Iglesia apostólica armenia.
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