“Hoy el plan de Dios se cumple a través del nacimiento de esta niña llamada María”, dijo fray Manns en su homilía. “Dios no podrá llevar a cabo su proyecto sino a través del sí de esta joven, el día en que ella pueda decidir sobre su vida. Dios está unido en su humanidad a toda esta estirpe de hombres y mujeres. Está unido al libre albedrío de María, igual que estará unido a la libertad de elección de los discípulos y, hoy, a la de cada uno de nosotros”.
El lugar en que se encuentra la iglesia de Santa Ana tiene sus orígenes en el protoevangelio de Santiago, que afirma que la casa de los padres de María, Joaquín y Ana, estaba situada “no lejos del templo”. A partir de la dedicación de la pequeña iglesia construida sobre la casa de los dos santos, que tuvo lugar en el siglo IV, la solemnidad se extendió por todo Occidente gracias al papa Sergio I, de origen sirio.
La iglesia es uno de los edificios cruzados que se mantienen intactos gracias al rey Saladino, que la transformó en escuela coránica shafiita. Para la Custodia de Tierra Santa se trata de una celebración tradicional, que hunde sus raíces en el pasado: de hecho, incluso durante la ocupación musulmana, los franciscanos trataban de acceder por todos los medios para poder celebrar allí, y los testimonios narran que lograban hacerlo colándose a través de una ventana que todavía hoy puede verse dentro de la cripta.
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