La Catedral de Colonia, la mayor de Alemania y una de las iglesias más notables del mundo, merece ser admirada por varias razones. En primer lugar asombran sus medidas: las torres tienen 157 metros de altura, el interior 144 metros de longitud y 45 de anchura, y la nave central 45 metros de alto. Pero la verdadera razón por la que la Catedral de Colonia produce admiración es por la bellísima armonía del conjunto que la convierte en una espléndida obra del gótico. Aunque la finalización de las obras de la Catedral de Colonia tal y como la conocemos corresponden al siglo XIX, su historia se remonta a mucho atrás. El obispado de Colonia comenzó, que sepamos, en el siglo IV, pues hay constancia de que el primer obispo del que sabemos su nombre, Maternus, fue nombrado en escritos en el año 313. Las excavaciones que se realizaron tras la II Guerra Mundial en la zona de la catedral dieron cuenta de una continua utilización del recinto como lugar sagrado a lo largo del tiempo, con abundantes reformas y edificaciones nuevas.
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