Ubicada en el centro del casco antiguo, se levanta a más de 50 metros de altitud la Iglesia de Sant Pere, este templo que tanto el románico como el gótico y el barroco han hecho suyo, fruto de las diversas reconstrucciones sufridas a medida que el tiempo, la guerra y las catástrofes naturales lo desgastaban. Su espacio interior juega a la proporcionalidad con la extensión y el volumen, presentando al visitante un lugar en el que no se sienta cohibido, sino todo lo contrario. Construida a partir del s. X con restos de un antiguo castillo, la mano del románico queda patente en su base, el gótico hace presencia en la nave y en el ábside, mientras el campanario y el pórtico son creaciones del barroco. A esta curiosa mezcla de estilos se suma la peculiaridad de su nave única y sus bóvedas de crucería.
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