La Basílica de San Isidoro de León, es un templo erigido sobre la iglesia de tapial y ladrillo que mandó construir Alfonso V dedicada a San Juan Bautista, que sería reedificada en piedra dentro del estilo románico por Fernando I y Sancha bajo la advocación de San Isidoro en 1063 y posteriormente ampliada por Sancha Raimúndez ya en el siglo XII, dando lugar a la que actualmente contemplamos.
La iglesia actual presenta planta de cruz latina de tres naves, la central de mayor altura que las laterales, lo cual facilita la iluminación interior. De la cabecera original del siglo XII sólo perviven los dos ábsides semicirculares de las naves laterales.
Mientras que la capilla mayor fue reedificada en estilo gótico por el maestro Juan de Badajoz el Viejo. En el altar mayor reposan los restos de San Isidoro en una urna de plata, fundida en el siglo XIX por el maestro Rebollo.
Sin duda, lo que más llama la atención de la arquitectura interior son los arcos polilobulados del crucero, de clara influencia islámica.
En el exterior, lo más destacado son la Portada del Cordero, puerta principal, cuyo nombre deriva del "Agnus Dei" que la adorna y la Portada del Perdón, que da acceso a la iglesia a través del crucero y se abre en determinadas ocasiones para que los peregrinos a Santiago puedan ver perdonados sus pecados. Otros elementos a destacar son el Zodiaco esculpido en la portada principal y la peineta, en la cual podemos contemplar el escudo real y una curiosa figura de San Isidoro a caballo.
La basílica tiene además el privilegio inmemorial de exponer permanentemente el Santísimo Sacramento.
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